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Adoración Nocturna Española

 

Adorado sea el Santísimo Sacramento   

 Ave María Purísima  

 

Vigilia de la A.N.E.

 

Oración para pedir por la Adoración Nocturna


Señor Jesús, que decidiste permanecer con nosotros en el Sacramento de la Eucaristía, aumenta nuestra fe en tu presencia y haz crecer en nuestro interior el deseo ferviente de estar contigo adorándote, alabándote y amándote. Concede, Señor, a tu Iglesia nuevos adoradores, hombres y mujeres que en el silencio fecundo de la noche se dejen hacer y deshacer por Ti, templen su espíritu al fuego de tu amor, contemplen tu rostro crucificado y gocen del esplendor de tu resurrección. Que tu espíritu, Señor, nos ayude a comprender que la vitalidad espiritual y apostólica de la Iglesia depende de nuestra unión contigo en la Eucaristía.

Concédenos Señor la gracia de reparar y consolar tu Corazón que tanto ama a los hombres y no recibe más que ingratitudes y desprecios, haznos siervos fieles y amigos perfectos de tu Sagrado Corazón.

Tú que eres "Dios con nosotros" y "tienes palabras de vida eterna", abre los oídos y el corazón de tus herma-nos los hombres, para que sientan tu llamada de Maestro y Pastor y respondan a tu invitación evangélica: "Venid a mí, todos los que estáis cansados y agobiados que yo os aliviaré". Amén.

 

 

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La Vigilia de la Adoración Nocturna es esencialmente una Vigilia de oración y adoración centrada en la Eucaristía, en nombre de toda la Iglesia. Nunca podrán faltar en nuestras vigilias: la oración personal y la oración litúrgica comunitaria que nos vincula a la Iglesia. 

La Liturgia de las Horas es la oración que la Iglesia, en unión con Jesucristo, su Cabeza, y por medio de Él, ofrece a Dios. Se llama de las horas porque se efectúa en los principales momentos de cada día, que así es santificado junto con la actividad de los hombres (Laudes al comenzar el día; Vísperas al caer la tarde, Completas al acostarse...).

El Oficio de Lectura, desde los primeros siglos de la Iglesia, era la oración nocturna de los monjes mientras los hombres descansan; la alabanza y la oración del Señor no debe interrumpirse ni durante la noche.